Fuente: M. López / P. Godoy / A. Antúnez / R. Candia / INIA La Platina
El riego es de vital importancia para el establecimiento de producciones hortofruticolas, pero el agua utilizada para riego no siempre es la de mejor calidad. Esto es fundamental al establecer un riego presurizado ya que los emisores pueden sufrir obturaciones (químicas o biológicas), si la calidad del agua no es la adecuada. Es por esto que se utilizan necesariamente equipos de filtraje para disminuir la cantidad de impurezas que ingresa al sistema de riego, garantizando de esta forma el óptimo funcionamiento de este. Los filtros siempre serán de gran importancia al momento de regar, es por esto que se debe generar un plan de mantenciones periódicas para revisar cada componente del sistema, con el fin de evitar fallas severas perjudicando el correcto funcionamiento del sistema de riego que puedan afectar la productividad.
Existen distintos tipos de filtros, la elección de estos se basará en la calidad de la fuente de agua utilizada para riego. Asumiendo que el sistema de filtraje instalado se encuentra bien diseñado, este debiese operar en un margen de presión de operación de 5 mca, pérdidas de carga mayores en el proceso de filtración, generan que la presión disponible para el óptimo funcionamiento del riego se vea limitada. Por lo que, desde el momento de diseño, se deben incluir manómetros de glicerina antes y después del sistema de filtraje, con el fin de conocer el diferencial de presión que existe en la entrada y la salida del filtro (Figura 1). Este será el principal indicador para definir cuándo se deben realizar las limpiezas de los cuerpos filtrantes. A continuación se detallarán los distintos tipos de filtros utilizados en riego:
Filtro de Malla
El agua es filtrada por un cuerpo filtrante y una estructura filtrante que la sostiene una malla (Figura 2). la capacidad de filtraje estará definida por el número de
aperturas por pulgada lineal o número de mesh. Esto definirá un tamaño de partículas a ser filtradas generando que las partículas de tamaño superior a las
aperturas de la malla quedan retenidas en el filtro.
Se recomienda su uso para aguas con una baja carga de materia orgánica y solidos totales en suspensión, tales como aguas cuyo origen sea pozo o noria.
Los filtros de mallas se presentan en tres modalidades, según el sistema de limpieza que tengan, manual, semiautomáticos y automáticos.
Para la mantención de filtros de malla se debe limpiar con agua a presión desde afuera hacia adentro y limpiar con una escobilla el interior de la malla.
Filtros de Anillas
Este sistema cuenta con un conjunto de anillas ranuradas (Figura 3) que se comprimen las unas contra las otras formando un cilindro filtrante, de manera que el agua pasa por las pequeñas ranuras entre las anillas quedando atrapados en el filtro las partículas de mayor tamaño al de las ranuras.
Son apropiados para la limpieza de aguas de mediana a mala calidad cuyo origen sea aguas superficiales como canales o aguas acumuladas en tranques.
Para el caso de filtros de anillas, se debe abrir y extraer el cuerpo filtrante, separar las anillas para limpiar con agua a presión y una escobilla el espacio entre los anillos.
Al momento de abrir los filtros de malla y anilla, se debe inspeccionar que los elementos filtrantes se encuentren en buenas condiciones, y mantengan una integridad estructural que garantice su capacidad filtrante, es decir, que la malla o anillas y la estructura que las sostiene no se encuentren rotas.
Filtros de Arena
La filtración a través de Arena se produce por retención física de la suciedad en los huecos formados entre los gránulos usados a través de todo el manto filtrante. Se trata de una filtración en profundidad, característica que le confiere la mayor eficacia entre todos los sistemas. Soporta aguas muy contaminadas (Figura 4).
Generalmente cuentan con sistemas de retrolavado (manual o automático). Una vez por temporada se debe extraer la grava de los filtros de arena para revisar su estado. En caso de que los cantos se encuentren redondeados o desgastados se debe cambiar el material filtrante (Selles, 2016), de lo contrario, se debe aplicar ácido fosfórico para evitar que los residuos salinos se puedan cementar.